El Bambú pide a gritos que volteemos a mirarle,

que lo utilicemos y que hagamos equipo para salvar el planeta.

En toda nuestra actividad de divulgación de la cultura del uso del bambú, siempre hemos dicho que tiene todo para ser el principal catalizador en la solución de la problemática de la insostenibilidad.

Hablamos de las bondades medioambientales que aporta el bambú, de todos sus beneficios sociales como potenciador de la re estructuración del tejido social y su mejoramiento.

No nos cansamos de exponer argumentos en favor de éste material natural tan maravilloso, que está presente donde se concentra el 72% de la población mundial, lo cual es muestra de su potencial de uso en sus más de 1500 utilidades datadas.

Pues ante tanta maravilla, el mundo aún es indiferente y escéptico al uso masificado del bambú, tal vez precisamente por ese desconocimiento mismo que existe del bambú y que sobre el existe un paradigma adicional al de que se trata de un material de baja calidad y se piensa en el como el de los chiringuitos de playa y construcción para gente de escasos recursos.

El paradigma al que me refiero es el de que dado el caso hipotético de que se conocieran y aceptaran todos sus beneficios y aportaciones a la solución de la problemática de la insostenibilidad; al pretender usarlo de forma masiva e intensiva, acabaríamos con el recurso y resultaría pero el remedio que la enfermedad.

Es hora de pensar de manera sostenible

y eso pasa por pensar en el máximo aprovechamiento del bambú.

Bien, la buena noticia para quienes pueden llegar a plantearse ésta situación del posible agotamiento de éste recurso natural es que al tratarse de un recurso natural renovable, que no requiere re plantarse y cuyo tiempo de crecimiento es extraordinariamente corto, así como su potencial de aprovechamiento es del 100% tanto a lo largo de su periodo de vida, como en la totalidad de sus partes como planta; lo convierte en un recurso adaptado completamente a nuestra escala humana y de consumo racional.

Hablamos hoy de una demanda de 80 millones de toneladas de bambú, y en el caso de una demanda real de su potencial de uso podríamos llegar a requerir de  una producción de 2500 millones de toneladas, y de ahí la inquietud de cómo se supliría y si hay suficiente como para no agotarlo.

La verdad es que las reservas potenciales de bambú se pueden estimar para un periodo continuo de 10 siglos más manteniendo ese rito y cantidad demandada de bambú. Con lo cual a nuestra escala humana podemos hablar sin lugar a equivocarnos de un recurso inagotable.

De esta forma contamos con el material natural que nos muestra su evidencia como solución y nos pide agritos que volteemos a mirarle, que lo utilicemos y que hagamos equipo para salvar el planeta.

Es hora de pensar de manera sostenible y eso pasa por pensar en el máximo aprovechamiento del bambú.